sábado, 16 de agosto de 2008

El viejo, el viejo y su campo



No deseo un oráculo, no necesito letreros de guía, no pretendo que alguna voz mas arrogante que mi propia voz, señale mi destino, solo deseo un terreno dispuesto y fértil. De lo demás me encargo yo, el arte lo creo yo. El terreno está. Dispongo de un estante perfectamente diseñado para almacenar mis herramientas. Las uso para fortalecer esta propiedad que muchas veces parece estéril.
Comienzo mi trabajo, el sudor se dibuja, mientras la labor se lleva a cabo. Combato las plagas por el amor a mi tierra, que en última instancia soy yo. Crecen mis plantas y me alzo junto a ellas, como un guerrero después de la lucha. No soy buen jardinero, pero si un ser paciente. No poseo un susurro que aliente mis combates, pero si obtengo un ego.

Esta es mi tierra, mi yo, es desconocida, no hay habitantes, no hay puerto, no hay hoteles, solo una casucha que alberga cada una de mis partes. Aquí no veo hombres, solo demonios que recorren los campos después de media noche. Los veo desde mi ventana juguetear con toda mi cosecha, no los espanto, no los detengo, por que ellos hacen parte de la naturaleza de este espacio, convivo con ellos.

Aquí, en este lugar, en mis adentros, me siento la cosa más compleja e inexplicable, pero atesoro esa forma que se deforma, junto a mis frutos, por que en últimas ese soy. Solo observo como un estudioso puede prestar atención a una especie y toma nota de cada cosa, grande o pequeña, prefiero no olvidar nada. Soy mi propio testigo, en mi campo.

Mi nombre es Gilberto, desconozco el significado de mi nombre, pero no lo que es un campesino. Un espíritu de monte, de tierra, de fortaleza. Vivo cercano a una cascada que habla a diario con el resto del mundo, a veces parece ser que solo yo la escucho. Nunca bajo a el pueblo, hace mucho que no se que es pisar asfalto. Prefiero la ruidosa plantación, que la estrepitosa y quejumbrosa población, que observo desde aquí, de este sitio que he bautizado como mi infierno-cielo. Soy celoso con mi espacio, respeto al visitante, pero no lo aguanto más de tres días con sus tormentos. Prefiero no ser hipócrita y echarlos a patadas después de que ha pasado el límite de los días.

Mi familia a muerto, mis amores se desvanecieron tan rápido como lo hace un suspiro. Aquí estoy haciendo, escribiendo mi propio destino, con mi tierra, con mis manos, con mis rosas, con mis frutos, con mis animales, conmigo. Que mas puede esperar un hombre, solo lo que viene de él y de lo que ofrecen sus manos.
Ruego al mundo, a los hombres, al estado, y aquellos, que desean ser infiltrados, a que abandonen el plan de perturbarme. Miren allí, abajo, hay un circo, y es mas entretenido que fisgonear a un viejo que no tiene nada de importante. Hagan sus malabares, hagan sus guerras, pero fuera de mí y de mi terreno.

Hay días en que lloro, pues ningún ser es tan egoísta como mis canas. Quisiera compartirles, pero a distancia, con una simple carta.

Me siento agotado, próximo siento mi descanso, no hay afán, solo tranquilidad. Amigos, mis demonios, debo decirles que a ustedes heredo esta tierra, que ya florece con mi tos, mi enfermedad y mi muerte.
Doy espacio para que esta zona se colme de belleza por mi partida y esa será mi señal para mi viaje eterno. Me despido de mi tierra, de mis demonios, de mis rosas, de mis frutos, de mis animales, del único vecino y amigo que fue está cascada. Me despido de todo, inclusive de mi mismo, ya no seré un intruso en mi propio hogar. Esto será lo que deseaba, mi infierno-cielo, devorado por los que esperan mi partida. El ultimo minuto y llega la despedida, el abordaje.

1 comentario:

Diana Zahela Zapata G dijo...

Te recomiendo que leas Paul Valery, es francés. Escribe prosáicamente poemas, es una cosa loca, y se conecta mucho con tu estilo de escritura.